Este derrumbe, este derrumbre que me ha quitado gracia y me ha dejado dando vueltas al rededor del mismo punto en diferentes escenarios.
Este derrumbe, emblema divino, vehemente, que nos volverà vidas cruzadas en cada paso y plano.
El derrumbre ingrato que nos permite el vertiginio necesario, prueba de fuego, prueba de valor.
Distendida y en ruinas, con escombros como espinas que son sellos en la piel; pero hallàndome, descifràndome, desarmàndome, limpiàndome, como un viejo mecanìsmo.
Y mi amor, tan roto y desperdigado se alimenta de pelìculas, clichès, que me vuelven el sentimiento tan desegoista como me es necesario para soportarte
rozàndote internauta, con la vaga expectativa de cruzarte o saber que estuviste cerca de mi casa anoche y tus partìculas aùn rondan acompañàndome en mis acciones rutinarias.
No es quièn fuiste, es cuàndo. Te ubicaste en el hueco necesario en el relòj, despuès del tic, antes del tac. El bonito y maldito limbo que nos hace crecer y llorar màs de lo habitual.
Es entonces que te di mi confianza profunda por ser mi transeùnte màs par. Te admirè en la vertiente de toda sensaciòn, te admirè como se admira a los gatos, como se cuida a los niños, como se disfruta a los amantes, siempre tratando de no perturbarte.
Pero yo, yo he quedado tan alienada, fingiendo los cuerpos por placeres mundanos
Pero yo, en realidad estoy cegada, ofuscada. Aùn miro la luz en la perciana y pienso en las gotas de sol que caian en tu costilla dormida.
Es el derrumbe que me ha dejado desgraciada, es el limbo que te ha vuelto maldito, es el tiempo que te creyò voràz.

mi entorno se ha hecho polvo
se han desmoronado kilòmetros de transeùntes
despido actos confusos y acciones dubitativas de morbosa inseguridad
he de dejar un cèfiro inquebrantable a la merced del azaroso movimiento natural
la cadencia de nuestra existencia, la armonìa del derrumbe o la inherente muda
que el viento se encargue de mi vieja càscara
que me lije el caminar, que me limpie la palabra, que me depuren los mosquitos,
mi paso se ha consolidado
en la maravilla de una inmensidad vertiginosa,
me encuentro en el estado màs genuino,
en la abertura màs profunda,
la serendipia constante de estar vivo,
el retumbe sensato y animal
propulsor de un nomadismo impresicindible al que siempre he confiado mi cultivo.

en mi humanidad, ya sitiada en cajas, podrìa ahondar renacida
y saberme destellante, lejos de cualquier movimiento de expectaciòn
cerca de los embelesados.

ultrajada por nimias aéreas,
caen mis parpardos al medio soñar.

pestañas bañadas en deseos,
quieren caer.

ascendiendo mi sangre,
descendiendo mi valor.

me siento un felino encandilado

y mis pupilas,
bolsillos del alma,
han sido saqueadas.

cómo te va?
como nos viene
es que la noche me viene abrazando
y el tiempo me viene embarcando
a un océano de osadía
desde qué puente se tiran los que buscan albedrío
dónde nos reflejan las historias que nos escupieron hasta acá
hay un encuentro tácito que quiero plasmar
desde la tranquilidad de mi pulso podría caer
en la cuenta de que ninguna busqueda termina en un encuentro
sino en una satisfacción
es que la vida me exprimió en deseos
y me tiró a nadar
plácida revolotéo en cenizas
buscando sentidos rotos
y qué fortuna la del que se deja arrullar.

creo que me zumba el pecho
y me brota porquería como ebullición de un sentimiento

la congestión en el tránsito de mis palabras es mucha
vos sos el factor de demora y el reloj que me apura...
temo que sea tarde para el encuentro
y que la dopamina se disuelva en sueños

me siento jóven de ser tu caminante
y halagada de que tus ojos me retengan
de que mis palabras te emocionen
y mi sentimiento te arrebate la edad

no hay nada que me apure,
pero la congestión es mucha
el aire se resquebrajaría si yo hablara con fluidez

solo temo desvanecerme en tu mirada porque sea muy tarde
que el tiempo te haga grande y yo me siga sintiendo jóven
de imaginarte más cerca
alguna vez.

el sol desgarrante en mi espalda reincorpora algún sentir
quiero palpar la gracia del exótico dolor de la emoción
ver mis venas purpúreas de bombeo impaciente
y sentir mis pulmones insaciables.
la desventura del despertar,
la llamada del acontecer.

Una aurora en el pestañeo y un florecer de lo que se rompió. 

En esta sin estación, toda manifestación externa de dolor tiene forma de algo bueno;  de cosas que uno pide a la fortuna, a la cruza del índice y del medio y a las magias de la fe.
No quiero volver a querer vivir para soñar, pero no sé dónde quiero estar. Ninguna brisa me apasiona, ninguna escalera me intriga y el vacío de no saber quién quiero ser me hace sentir alejada de quien soy.
Quiero un esbozo porque ya tengo fortaleza.